1 manzana
1/2 betarraga chica
Chao marcador de tarjetas: No tienes que desgastarte en avisar que irás a tal o cual lugar. Nadie te preguntará insistentemente dónde, por qué, cómo, cuándo ni a qué hora llegarás. Las explicaciones sólo se las das a tu almohada, a tus padres(si aún vives con ellos) o a tu conciencia.
Celos, ¿qué es eso?: Escenitas de celos no verás ni por si acaso (quizás alguna del gato que te rasguñará porque te sintió olor a otro felino o a perro, pero es lo mínimo). Así que puedes salir con todos tus amigos, incluso hasta los más guapos, sin que nadie se amurre o te haga un show.
Economía en ascenso: En vista del panorama financiero mundial, la soltería es una buena medida para paliar la crisis económica. Te ahorras un regalo de Navidad, de San Valentín, de cumpleaños, etc. Todo tu dinero lo puedes usar íntegramente en ti.
Suegros away: Ésta es la mejor parte. Sólo tendrás a tus padres verdaderos, no políticos. No tienes que pasar por esas incómodas comidas familiares en que te asaltan con preguntas que no tienes ganas de responder, porque ni tú misma sabes con claridad las respuestas. Tampoco tienes que aguantar las tallitas fomes de los padres de tu amor.
Ojos juguetones: Tu mirada puede dirigirse a cualquier punto de atracción. Nadie se enojará por detener tus ojos en la obra de arte humana que viste pasar por tu lado. Estás en total libertad de mirar a quien te dé la gana.
Más tiempo libre: Puedes compartir más horas con los amigos y la familia; dedicarle más tiempo al estudio, al trabajo, o el carrete. No tienes que desdoblarte para alcanzar a cumplir con todos a la vez, porque no tendrás un “peor es nada” que te presione a que lo visites.
Sólo necesito amor: Repetimos hasta el cansancio que sólo necesitamos alguien que nos ame, comprenda, mime y nos dé estabilidad, pero al mismo tiempo sentimos repulsión por un hombre excesivamente bueno que nos manifiesta abiertamente su adoración.
Sacrificio alimenticio: Nos proponemos seguir una dieta extrema para lucir fenomenales en ese matrimonio que nos invitaron. No obstante, el día de la fiesta comemos como una piraña fuera de control.
Acoso exclusivo: Nos quejamos a más no poder cuando un hombre demasiado insistente nos intenta seducir, pero nos volvemos locas cuando por fin deja de hacerlo.
Disconformidad capilar: No sé por qué nunca estamos conformes con nuestro cabello. Si es liso lo ondulamos, si es rizado lo planchamos, o si es oscuro lo teñimos rubio.
Coqueteo inútil: Por alguna extraña razón, más de una vez nos empecinamos en seducir a un hombre, sabiendo con seguridad que jamás vamos a dejar que nos toque un pelo. ¿Seremos coquetas por naturaleza o nos gusta hacerlos sufrir?