"...Los celos son traviesos...es mitad falta de sesos y mitad inseguridad" decía Ricardo Arjona en uno de sus temas y no estaba tan equivocado. Una de las sensaciones más desagradables para el ser humano son los celos, esa mezcla de ira y miedo ante la amenaza real o implícita de que nos quiten a nuestra pareja y que por mucho tiempo han sido la fuente de inspiración de películas, poemas y canciones.
En su justa medida, según algunos, son una muestra de amor, pero cuando se desbordan generan conflictos y situaciones desafortunadas que enturbian y desgastan las relaciones de pareja. La verdad es que no creo que los celos sean una señal de cuánto queremos o deseamos al otro, sino que de inseguridad y desconfianza. Cómo todo ser humano, no siempre podemos sentirnos 100% seguros, incluso hasta los más cancheros han sentido celos alguna vez, el problema se produce cuando el sentimiento sale de nuestro control.
Es común que quienes tienen recurridamente ataques de celos sean personas excesivamente posesivas, que sienten la necesidad de controlar la vida del otro e incluso en algunos casos más extremos llegan a sentir envidia de que la pareja se encuentre en mejor estado emocional.
El verdadero amor no es posesión, al contrario, se basa en la tolerancia y el respeto por la autonomía de quien nos acompaña. Es por eso que el mejor remedio para los celos siempre será el diálogo, la confianza mutua, la aceptación del otro y el contacto físico y sentimental, todo eso ayudará a disminuir el grado de inseguridad y por supuesto fortalecerá la relación.